Alopecia en pelo rizado y liso: diferencias y particularidades
El tipo de cabello se clasifica según su estructura, su textura y su producción de grasa, además del color. Así, hay distintas particularidades a tener en cuenta no solo a la hora de elegir los cuidados capilares más adecuados, también a la hora de que el experto valore la alopecia y sus posibles soluciones.
¿Hay relación entre el tipo de cabello y la alopecia?
Según los criterios mencionados anteriormente, encontramos cabellos lisos, ondulados y rizados, que a su vez pueden tener un grosor fino, medio y grueso. Además, el pelo puede ser seco, normal o graso.
Los cabellos grasos son los que se pueden asociar a una mayor tendencia a sufrir alopecia. La razón es que, por un lado, el pelo menos grueso suele ser más débil y, por otro, si no se regula correctamente el sebo el folículo puede verse afectado, provocando la caída. Sin embargo, cualquier cabello puede acabar por perderse, ya sea de forma definitiva o temporal, porque hay muchos factores externos que pueden influir en la salud capilar: los hábitos poco saludables, las agresiones o los cuidados inadecuados pueden provocar su debilitamiento o rotura.
Pero no hay relación entre la estructura del cabello y la calvicie, puesto que la caída viene determinada principalmente por cuestiones genéticas y hormonales. Aún así hay que tener en cuenta que, por ejemplo, los cabellos rizados habitualmente se someten a más agresiones (tratamientos con calor, peinados tirantes). Además, no hay que olvidar que un cabello rizado y grueso siempre dará una sensación de mayor densidad que uno liso y fino, al tener más volumen. Asimismo, los cabellos claros ofrecen una sensación de mayor densidad que los oscuros. De este modo, si eres rubio se te notará menos la alopecia que si eres moreno, porque el cabello claro hace menos contraste con la piel.
¿Afecta el tipo de cabello en el trasplante capilar?
A la hora de someterse a una intervención de este tipo hay que valorar la estructura del cabello, puesto que sus características, tanto del folículo piloso como del pelo en sí determinarán los procesos de extracción e implantación. Solo así se evitará dañar el cabello al extraerlo (sucede más con el rizado, por su forma), y se logrará un efecto natural, al respetar el ángulo de crecimiento.
De ahí la importancia de realizar un buen diagnóstico previo, para determinar primero si el paciente es un buen candidato para un trasplante capilar y, si es así, para diseñarlo de la forma más personalizada posible. Eso sí, una de las ventajas del cabello rizado a la hora de trasplantarlo (sobre todo si es oscuro) es que con menos folículos se puede cubrir más superficie que con el liso, y hacerlo también con más volumen.
Aunque hay que tener en cuenta las particularidades de cada tipo de cabello, el procedimiento del trasplante capilar es el mismo. Es la única solución definitiva para la alopecia androgénica, que es la más frecuente.
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